viernes, 30 de diciembre de 2011

Esa ciudad no es para mí

El viernes siguiente a tener que dejar abandonado el coche en Tarbes, pudimos ir a recogerlo.

Fuimos en autobús, con un conductor de lo más profesional.

Y llegamos a Tarbes, y bajamos del autobús justo cuando Joachim, el hermano pequeño de Klaus está en pleno apogeo. Nada más bajar del bus ya estábamos empapados, ateridos y con el paraguas del revés. Buscamos un sitio para comer algo, pero cerca de la estación todo era particularmente cutre y deprimente.
Empapándonos un poco más llegamos a un bar-restaurante, com amable camarera que nos indica que no nos puede dar de comer puesto que la cocinera ha tenido que salir zumbando a llevar a su hermano a urgencias. Parece ser que Joachim le había tirado una ventana encima. Pero se anima a prepararnos un bocata de queso (media barra de pan y un camembert dentro) que compartimos.
Mientras tanto, aunque sigue lloviendo, no lo hace con tanta rabia, así que nos animamos a ir al taller. Y ahí está nuestro Ibiza, descansado y repuesto.

En el viaje de vuelta vemos mucha rama rota en la carretera, estraguillos que ha causado Joaquim, que también ha dejado sin luz 1000 casas en el Gers.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Pluie aux prunes

Todavía no podemos ir a por el Ibiza, sigue en Tarbes esperando la pieza que le hace falta para volver a la vida. Pero tenemos el pequeño Atos y tiempo libre, así que carreterea y...chubasquero por si acaso , que el día está muy gris.

Tan gris que ya apenas salimos de casa empieza a llover, pero no nos desnimamos y nos vamos hacia el norte, a Agen.

Pasamos Lectoure, y encontramos un pequeño pueblete con su castillo y todo, Saint-Mère.



También hacesmos una breve entrada en coche en Astaffort, otro pueblo agradable y cuidado, pero no nos entretenemos. Sí que paramos en el departamento vecino, en Moraix, cerca de Agen. Hay abadía,


setas en el césped


casas medievales


Y un estanque con patos a los que les han construido una caseta-barco



Y Llegamos a Agen en hora punta. Mucho tráfico bajo la lluvia, atasquillos en las rotondas. Circulamos junto al río. Curiosamente la ciudad le da la espalda, no lo aprovecha. Buscamos aparcamiento, nos perdemos un poco y acabamos saliendo del centro para aparcar.

Llueve. Paseamos bajo la lluvia buscando una dirección de un restaurante vegetariano encontrada en internet. asamos por la plaa del Ayuntamiento, donde está también el museo de la ciudad



Llegamos al Boulevard de la République, que es la calle principal, comercial y señorial. Llueve. Preguntamos en una tienda por la dirección del restaurante, que resulta no estar muy lejos. Hay que recorrer la calle, cruzar la zona peatonal en la que hay mercadillo de navidad y ya.


Pero no,  resulta que ya no está. Damos la vuelta para ir a una creperia que hemos visto. Llueve.


Nuestros chubasqueros funcionan bien, pero nuestras piernas quedan fuera, así que levamos las perneras de los pantalones empapadas. entramos en calor en el restaurante, acogedor, donde nos sirven unas crepes muy buenas y bonitas.




Cuando salimos ya no llueve, vamos tranquilamente hacia la oficina de turismo a por plano e informaciones. Visitamos los sitios que hay que visitar. Y bueno, pues bien, no está mal, pero nos gusta más nuestro Auch. Intentamos acercarnos a ver el canal del Midi a su paso por aquí, pero también está desaprovechado, detrás de las vías del tren. Hay, eso sí, un curioso puente-canal, el canal cuando cruza el río, pero más de lo mismo, no hay un buen punto para verlo con facilidad. Volvemos hacia el centro para tomar una infusión. Pasamos por el bulevar otra vez



Encontramos una antigua confitería dedicada a la elaboración de ciruelas de Agen en todas sus variantes (rellenas, rebozadas de chocolate, en mermelada, con armagnac...)


Y nos relajamos en una bonita tetería, donde sirven los tés en porcelana inglesa (que también venden)


Para volver hacemos infructuosos intentos de ver el canal por los alrededores. parece increíble, pero no es fácil. Pasamos junto a la desembocadura del Gers en el Garona, y volvemos para casa.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El Castillo

Vuelta alrededor de Lavardens (hace ocho días, sigo recuperando paseos)

Lavardens me gusta. Tiene un tocho de castillo encima de una colina que en verano, al atardecer, es espectacular. Pero no deja de gustarme en invierno. Y hay paseo tranquilo alrededor del pueblo. Y allí que vamos, en un día de diciembre un poco gris pero de temperatura suave.

Dejamos el coche al pie de la torre, y por primera vez, a pesar de que ya habíamos estado aquí varias veces, me doy cuenta de que el tejado es un poco retorcido

La navidad también amenaza por aquí. La decoración ya la hemos visto en otros pueblos, debe ser la última moda en materia de ornatos navideños: paquetes de regalos. Aquí, en el pozo que hay a la entrad del pueblo, pero había más.


El paseo comienza dejando Lavardens por un camino que discurre junto a huertas donde las alcachofas progresan adecuadamente


Y fuera del pueblo, pasamos junto a un pequeño lavadero


y cruzamos un pequeño río tan tranquilo y tan cubierto de hojas que parece un camino


El rodeo del pueblo nos permite ver el castillo, majestuoso, compartiendo protagonismo con la torre



Pasamos junto a viejas granjas. Me gusta esta torre.

Y me gusta esta casa


Y me gusta este perrete, tan ladrador como poco mordedor


Lamentablemente, también aquí han llegado los papanoeles rampantes (Père Noël)



Aproximadamente a mitad de lo que va  a ser nuestro paseo, y en su punto más alto (260 m), junto a unas antiguas canteras de piedra caliza, y con los Pirineos en el horizonte, paramos a picniquear


Los nuevos cultivos ya están brotando, el Gers es ahora verde. Y otro castillo, un chateau d'eau asoma.



Otra vista de Lavardens, con las montañas de fondo


Y ya llegando al pueblo, una cruz nos hace dudar de la laicidad de este país. Es de 1762, ha sobrevivido a unas cuantas guerras y revoluciones



Me gustan los viejos anuncios de las paredes


Hacemos parada en un bar para tomar un té. Un bar sencillo, agradable, con mesas decoradas como tableros de juegos (de mesa) y paredes en las que se podría incrustar una habitación


Damos una vuelta por el pueblo. Es la hora de la siesta.



La iglesia está abierta. Es curios, pequeña,se entra a través del campanario-porche-puerta



Y ya volvemos al coche, aparcado junto al monumento a los muertos en las guerras.




Cerca de casa paramos en el hiper local a hacer compra. El prolífico Ladevèze ha pasado por aquí antes que nosotros. Me gusta sin gustarme.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Jo, qué día



Viernes, y no era 13.

Planazo del día: excursión fácil a un bonito lago del Pirineo. Cogemos mapas, bibliografía, comida, botas, incluso gorra, y al coche.

Y el coche, al poco de salir de Tarbes, empieza a echar humo. Un humo limpio, sin olor, y sin que se encienda nigún piloto de alarma, pero humo. Media vuelta y a Tarbes a buscar un taller. En un semáforo se queda calado y no quiere arrancar (montamos un poco de lío). Por fin sí arranca y lo aparcamos mientras buscamos dónde repararlo. Es mediodía, todo cerrado. Localizamos el cercano Taller Pasteur, y como no podemos hacer otra cosa, nos vamos a comer. También está cerrada la oficina de turismo, así que no sabemos dónde ir. Picniqueamos en un parquecillo, tomamos unos tés, y ya llega la hora de volver a la actividad. Visita a la oficina de turismo donde nos pertrechamos de mapas locales y nos enteramos del horario de autobuses hacia Auch por si acaso, y vamos al taller.
Lo que se nos había roto era un manguito (o así) que lleva el líquido de refrigeración, y al caer el líquido sobre el motor caliente se formaba la humareda. No parece que vaya a ser nada complicado peeeero...es viernes, hay que pedir la pieza y bla bla bla. Dejamos el coche en el taller del amable Mr Lalanne, y nos vamos a la estación de autobuses, que está junto a la estación de tren. Llamarle estación de autobuses es exagerar. Sólo es un aparcamiento de autobuses al aire libre, los billetes se compran al conductor. Tenemos todavía una hora para  coger el autobús ), y cerca está el parque de la ciudad. Nos vamos a dar una vuelta.

Junto a la estación, el típico ambiente de hoteles de paso y bares de urgencia.

Y algún edificio curioso



Un ciudadano de Tarbes, Mr Massey, que llegó a ser jefazo de los jardines de Versalles, se compró 11 ha de terreno en su ciudad para construir su jardín, que llenó de árboles, pavos y patos, con lagos, canales...



Y un kiosco de música, donde un grupo de escolares ensaya sin cesar una repetitiva coreografía al son de un pandero. En cuanto me pongo para hacerles una foto saludan con alegría.


En el Jardín hay un edificio con una torre con las clásicas influencias orientalizantes del siglo XIX, desde la que se debe ver bien el Pirineo. En el edificio hay un museo dedicado a los húsares.



Massey cedió su jardín a la ciudad en su testamento. Entonces le añadieron el claustro gótico de Saint-Sever (que antes estaba en su abadía) y un  invernadero donde ahora hay cactus y crasas.



No tenemos tiempo de ver todo el parque, que nuestro autobús sale pronto. Al llegar a la estación, me caigo. Mis gafas de sol salen disparadas y cuando viene Ant a socorrerme, las pisa. Afortunadamente sólo tienen un poco retorcida una patilla, que se arregla a mano. Mi hombro y mi rodilla están tocados pero no hundidos. El que peor sale parado es mi amor propio.


Y subimos a un autobús como éste, lleno de jovenzanos de vuelta a Auch, y al que se sube por el viejo sistema de sálvese quien pueda, sin hacer cola ni guardar turno ni nada.

Maligne, je


Bajamos junto al Carrefour y vamos andando a casa. La verdad es que nos cuesta muy poco, pero cae la noche y la carretera no tiene aceras, hay que ir con cuidado.

Descansamos,cenamos y nos arreglamos para ir al gran evento social que teníamos comprometido con nuestro vecino: el concierto de la asociación Auch-Calatayud, con chocolate y churros incluidos.



Chocolatada un tanto peculiar, con el chocolate chamuscado, y los churros recién hechos y ciertamente masificados.



El concierto a cargo de un grupo de voces a capella que cantan antiguas canciones de las montañas en occitano.

El grupo, casualidad, viene de Tarbes.